De paso por Tetuán: charlas con vecinos que van y vienen
Me encuentro con Hasna en la academia de Abel,
en lo alto de la calle de Pamplona. Concierto la cita tras seguir la
pista de una joven mujer que lucha por su independencia y libertad.
Proviene de Melilla y le gusta sentirse una más por nuestras calles. Con
aplomo y seguridad en el tono, en su mirada también hallé valentía.
¿Cómo te presento a los vecinos de Tetuán?
Mi nombre es Hasna, tengo 25 años, soy de Melilla. Llevo por aquí aproximadamente un año. Mis padres nacieron en Marruecos. Nací y crecí en una familia musulmana, conservadora. Soy diplomada en la especialidad de Educación Infantil y ahora me estoy preparando las oposiciones para la Comunidad de Castilla-La Mancha. Mientras tanto, estoy dando clases particulares y buscando trabajo. Soy de origen amazigh, hemos sobrevivido a muchas guerras sangrientas y ahora somos el pueblo más antiguo que existe al norte de África. Amazigh es una palabra que significa hombre libre, mujer libre.
¿Qué imagen evocas de Melilla para quienes no la conocemos?
Las especias, la mezcla es algo que se echa de menos. Se huelen todo el tiempo en casa. Ahora cuando entro a un lugar donde cocinan con especias es como un viaje en el tiempo. También los colores, los naranjas, los rojizos, los tonos tierra... Melilla es una ciudad donde la gente se acomoda muchísimo y les cuesta salir. Estamos allí concentrados. Yo siempre digo que hay que estar allí y vivirlo, musulmanes, cristianos, una comunidad judía: la convivencia es estupenda.
¿Por qué decidiste trasladarte?
Hay todo un mundo fuera que es necesario explorar, que es necesario conocer. Poder elegir qué es lo que quiero... ¡estoy en esa búsqueda! Mi objetivo siempre fue terminar mis estudios universitarios y luego salir de la ciudad y de mi entorno, para conocer gente, para abrirme más. Es mi sueño. Al principio no podía por mis circunstancias, pero a una cierta edad fue como rebelarme. Dar el paso. Esto es lo que quiero realmente.
¿Rebelarte?
Para que te hagas una idea, para las mujeres el grado de libertad aquí es mayor. Creo que también es por cómo es la ciudad, por el ambiente que se crea en Melilla. No es lo mismo una familia musulmana en Madrid, aquí son más abiertas, allí son más conservadoras, más practicantes, se casan y no pueden hacer una vida normal, es una mentalidad de casa, criar niños y ya está. Que lo respeto y me parece genial, siempre y cuando quieran, pero cuando veo que hay casos que no quieren y no se atreven a dar el paso me causa dolor.
Según mi experiencia, y es lo que realmente me ha movido a esta lucha por ser yo misma, yo veía una diferencia entre los hombres y las mujeres. He visto que los hombres no viven sus vidas con tanta determinación, con tanta presión, no es el mismo condicionamiento que se vive cuando eres una mujer. Pero mi cultura me gusta, mis orígenes... para vivir de forma independiente, lo he intentado hacer de la mejor manera posible, de la forma más delicada, sin causar daños, sin generar un enfrentamiento tan brusco como para perder a mi familia o no poder volver. Yo creo que es la mejor vía.
¿Por qué crees que sucede?
Porque a la sociedad le queda muchísimo por avanzar. Pero yo creo que sí se puede. Por ejemplo en mi caso, a la hora de decidir ser independiente, salir de mi ciudad sola, sin una figura masculina... Me di cuenta de que estamos sobreprotegidas y es complicado abrir las mentes de los padres, de la familia, del entorno. Convencerles de que ser independiente no es algo drástico. Aunque es algo que no conciben si eres mujer. Si lo llevas de una manera delicada y no consigues nada, hay que rebelarse, dar un golpe sobre la mesa, porque es lo que una quiere. Para dar grandes pasos en la vida siempre es necesario un conflicto, sea pequeño o grande.
Pero, ¿qué esperaban de ti?
Lo que esperan de una mujer. Lo convencional: formar una familia, tener hijos. Tampoco te prohíben el tema de estudios, pero siempre tienen en mente esa figura conservadora de la mujer. Romper con eso es como romper con sus esquemas y es lo más complicado. Claro, es un dilema y un conflicto interno muy importante, porque tengo la figura de mi madre y la de mi hermana.
Yo respeto la decisión que ellas han tomado, pero no es lo que realmente quiero para mí. No me sentía identificada con ellas y es un poco duro, porque al final te unen las raíces, pero notas esa diferencia. Simplemente, hay mujeres a las que les gusta ese plan, nacen con esa idea, tienen esa referencia. Hay otras que nacemos con esta rebeldía, con este querer cambiar y... no te ves, no te sientes a gusto y necesitas dar un cambio.
Y ¿cómo lo estás viendo por aquí?
Yo venía de luchar por mi independencia, por mi libertad, y luego me doy cuenta de que en España realmente no es así, ni en todos los casos ni en la mayoría. Digamos que de otra manera también se cae en lo tradicional. Una mujer sumergida en el mundo de la casa, que tiene aspiraciones, pero no llega a luchar por ellas.
¿Renunciarías a esa parte de ti, cultural, religiosa...?
Muchas veces lo he pensado. Yo creo que hubiera sido todo más fácil, pero luego lo pienso y perdería todo lo profundo, todo lo que soy.
Ramón Ferrer
¿Cómo te presento a los vecinos de Tetuán?
Mi nombre es Hasna, tengo 25 años, soy de Melilla. Llevo por aquí aproximadamente un año. Mis padres nacieron en Marruecos. Nací y crecí en una familia musulmana, conservadora. Soy diplomada en la especialidad de Educación Infantil y ahora me estoy preparando las oposiciones para la Comunidad de Castilla-La Mancha. Mientras tanto, estoy dando clases particulares y buscando trabajo. Soy de origen amazigh, hemos sobrevivido a muchas guerras sangrientas y ahora somos el pueblo más antiguo que existe al norte de África. Amazigh es una palabra que significa hombre libre, mujer libre.
¿Qué imagen evocas de Melilla para quienes no la conocemos?
Las especias, la mezcla es algo que se echa de menos. Se huelen todo el tiempo en casa. Ahora cuando entro a un lugar donde cocinan con especias es como un viaje en el tiempo. También los colores, los naranjas, los rojizos, los tonos tierra... Melilla es una ciudad donde la gente se acomoda muchísimo y les cuesta salir. Estamos allí concentrados. Yo siempre digo que hay que estar allí y vivirlo, musulmanes, cristianos, una comunidad judía: la convivencia es estupenda.
¿Por qué decidiste trasladarte?
Hay todo un mundo fuera que es necesario explorar, que es necesario conocer. Poder elegir qué es lo que quiero... ¡estoy en esa búsqueda! Mi objetivo siempre fue terminar mis estudios universitarios y luego salir de la ciudad y de mi entorno, para conocer gente, para abrirme más. Es mi sueño. Al principio no podía por mis circunstancias, pero a una cierta edad fue como rebelarme. Dar el paso. Esto es lo que quiero realmente.
¿Rebelarte?
Para que te hagas una idea, para las mujeres el grado de libertad aquí es mayor. Creo que también es por cómo es la ciudad, por el ambiente que se crea en Melilla. No es lo mismo una familia musulmana en Madrid, aquí son más abiertas, allí son más conservadoras, más practicantes, se casan y no pueden hacer una vida normal, es una mentalidad de casa, criar niños y ya está. Que lo respeto y me parece genial, siempre y cuando quieran, pero cuando veo que hay casos que no quieren y no se atreven a dar el paso me causa dolor.
Según mi experiencia, y es lo que realmente me ha movido a esta lucha por ser yo misma, yo veía una diferencia entre los hombres y las mujeres. He visto que los hombres no viven sus vidas con tanta determinación, con tanta presión, no es el mismo condicionamiento que se vive cuando eres una mujer. Pero mi cultura me gusta, mis orígenes... para vivir de forma independiente, lo he intentado hacer de la mejor manera posible, de la forma más delicada, sin causar daños, sin generar un enfrentamiento tan brusco como para perder a mi familia o no poder volver. Yo creo que es la mejor vía.
¿Por qué crees que sucede?
Porque a la sociedad le queda muchísimo por avanzar. Pero yo creo que sí se puede. Por ejemplo en mi caso, a la hora de decidir ser independiente, salir de mi ciudad sola, sin una figura masculina... Me di cuenta de que estamos sobreprotegidas y es complicado abrir las mentes de los padres, de la familia, del entorno. Convencerles de que ser independiente no es algo drástico. Aunque es algo que no conciben si eres mujer. Si lo llevas de una manera delicada y no consigues nada, hay que rebelarse, dar un golpe sobre la mesa, porque es lo que una quiere. Para dar grandes pasos en la vida siempre es necesario un conflicto, sea pequeño o grande.
Pero, ¿qué esperaban de ti?
Lo que esperan de una mujer. Lo convencional: formar una familia, tener hijos. Tampoco te prohíben el tema de estudios, pero siempre tienen en mente esa figura conservadora de la mujer. Romper con eso es como romper con sus esquemas y es lo más complicado. Claro, es un dilema y un conflicto interno muy importante, porque tengo la figura de mi madre y la de mi hermana.
Yo respeto la decisión que ellas han tomado, pero no es lo que realmente quiero para mí. No me sentía identificada con ellas y es un poco duro, porque al final te unen las raíces, pero notas esa diferencia. Simplemente, hay mujeres a las que les gusta ese plan, nacen con esa idea, tienen esa referencia. Hay otras que nacemos con esta rebeldía, con este querer cambiar y... no te ves, no te sientes a gusto y necesitas dar un cambio.
Y ¿cómo lo estás viendo por aquí?
Yo venía de luchar por mi independencia, por mi libertad, y luego me doy cuenta de que en España realmente no es así, ni en todos los casos ni en la mayoría. Digamos que de otra manera también se cae en lo tradicional. Una mujer sumergida en el mundo de la casa, que tiene aspiraciones, pero no llega a luchar por ellas.
¿Renunciarías a esa parte de ti, cultural, religiosa...?
Muchas veces lo he pensado. Yo creo que hubiera sido todo más fácil, pero luego lo pienso y perdería todo lo profundo, todo lo que soy.
Ramón Ferrer
No hay comentarios:
Publicar un comentario