Con el título: "Más radios piratas que legales",
el diario "El País" publicó esta semana un artículo en es que da cuenta
del cachondeo que supone el espacio radioeléctrico español.
Para las personas no duchas en este aspecto de nuestra vida cotidiana
tenemos que, en primer lugar, aclarar que el espacio radioeléctrico, por
donde viajan las ondas de radio, es un espectro público y el Estado es
el garante de su distribución. Las competencias, según la ley actual,
las articulan las Comunidades Autónomas a través de consejos
reguladores. Bien, la situación, no obstante, pasa por una saturación de
este espectro, en cualquier dial de una gran ciudad del estado, es casi
imposible encontrar un hueco, un punto en el que no emita una señal de
radio. Eso sí, si consultamos las adjudicaciones en los diarios
oficiales, resulta que muchas de ellas no poseen ninguna licencia.
Sabemos, por otro lado, que la composición de las radios que emiten en
estos diales, son casi en su totalidad emisoras públicas, es decir
estatales, o con un fuerte componente de la administración a cualquier
nivel; y radios privadas con ánimo de lucro. En este reparto, las
personas que participamos en el movimiento por el derecho a la
comunicación, solemos decir que el dial es una jungla. Así, cada vez que
un proyecto ciudadano toma forma como medio de comunicación en las
ondas, televisiones y radios, se encuentra con la cruda realidad: la
ciudadanía no puede ejercer su derecho a la libertad de expresión a
través de un medio de comunicación (no puede ejercerlo sin asumir el
riesgo de ser multado, por ejemplo tomamos el reciente caso de "La Tele"
en la ciudad condal: Multa de Medio Millón de Euros Impuesta a la Televisión Comunitaria "La Tele"), empresas y estado han saturado este espectro.
Por eso artículos como el mencionado anteriormente, constituyen una tergiversación de la
realidad. Las corporaciones capitalistas con fuertes intereses en
mantener a la opinión pública alienada, ocupan el espectro e
indirectamente nuestras mentes, el estado regula a su favor, o peor aun,
no regula, no se dota de mecanismos de control ante instituciones
demasiado engarzadas en redes de intereses corporativos. En definitiva,
en esta construcción de la opinión pública, las prácticas piratas
constituyen algo que interesa no definir demasiado, para estos grandes
medios las radios piratas son una amenaza a la posibilidad de copar la
difusión de mensajes publicitarios (publicidad informativa incluida).
Para el movimiento por la comunicación, las radios piratas, sin embargo,
son una variada amalgama de centros de emisión que comparten una
situación de irregularidad legal, pero en este cajón desastre también
son prácticas piratas aquellas que aprovechando una licencia hacen uso
de esa posibilidad de emitir y sobrepasan los límites de esa licencia
emitiendo muy por encima de lo permitido.
Es un poco complicado quizás. Puede que necesitemos un ejemplo más evidente. En este enlace ("El día que denunciamos en el programa de Luís del Olmo sus prácticas piratas")
podéis escuchar la reacción de Luís del Olmo cuando un profesional de
las radios comunitarias denunció en directo (2010) la emisión ilegal de
Punto Radio desde una emisora de El Casar (Guadalajara), en las ondas de
la zona norte de la ciudad de Madrid. Por las reacciones de Luís,
entendemos que nuestro compañero Paco, de la emisora madrileña Radio
Enlace, consiguió sacarle los colores al señor del Olmo. ¿Quién es
entonces el pirata?
La situación no ha dejado de cambiar en los últimos años. El
empoderamiento de la ciudadanía constata la necesaria existencia de un
movimiento social fuerte concentrado en desarrollar prácticas
comunicativas que atiendan al 99% de la población (repertorio de acción,
agenda y unidad en la acción). Cada vez es más plausible que cuando
estas corporaciones se atrevan a tergiversar la realidad, lejos de
achantarnos respondamos más confiadamente. Sobre todo, por que como
señala otro destacado activista de este movimiento social, el artículo
viene a reconocer públicamente que si el Estado o las Comunidades
Autónomas no son capaces de regularizar la situación, las corporaciones
capitalistas del mercadeo de la información también cometen
ilegalidades, concretamente emitir con más potencia de
la autorizada, otra vez más: ¿quiénes son los piratas?
A raíz de diversos cursos de formación que viene desarrollando la Unión
de Radios Libres y Comunitarias de Madrid, exponemos esta situación ante
decenas de participantes que suelen provenir de universidades de
periodismo y comunicación. La escena suele ser la siguiente, cuando
estas personas se dan cuenta de las prácticas y el potencial de que la
ciudadanía explore el mundo de la comunicación, de que la ciudadanía
construya y gestione sus propios medios, nos señalan ipso facto
que no entienden porque no tenemos más visibilidad, más relevancia, más
impacto. Hay preguntas que son complejas de responder, si los medios del
Tercer Sector no tenemos más impacto se debe sin duda a razones
coyunturales y estructurales. En estas líneas exploramos una razón
estructural, no tenemos más impacto porque el espectro radioeléctrico
está copado por el interés privado y estatal de mantenernos invisibles.
Ramón Ferrer forma parte de la Unión de Radios Libres y Comunitarias de Madrid.
Publicado originalmente en 28021ylacomunicacion.blogspot.com28021ylacomunicacion.blogspot.com.es/2014/07/mas-morro-que-espalda-un-articulo-de-el.html
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